domingo, 12 de octubre de 2008
sábado, 11 de octubre de 2008
martes, 29 de abril de 2008
domingo, 24 de febrero de 2008
sábado, 16 de febrero de 2008
sábado, 9 de febrero de 2008
LA RENOVACIÓN DE FIN DE SIGLO: MODERNISMO Y NOVENTAYOCHO
La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro;
y en un vaso olvidada se desmaya una flor.
El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y, vestido de rojo, piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?
¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar,
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real,
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
¡Oh quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste. La princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe
(La princesa está pálida. La princesa está triste)
más brillante que el alba, más hermoso que abril!
-¡Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-,
en caballo con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con su beso de amor!
RUBÉN DARÍO
Lo fatal
RUBÉN DARÍO
Lo fatal
Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...
RUBÉN DARÍO
jueves, 7 de febrero de 2008
miércoles, 23 de enero de 2008
LOS PAZOS DE ULLOA
VALORACIÓN CRÍTICA DE LOS PAZOS DE ULLOA,
DE EMILIA PARDO BAZÁN
La novela, publicada en 1886, narra el impacto que produce la llegada de Julián, joven sacerdote, a los Pazos de Ulloa, donde el señor marqués vive una vida semisalvaje en compañía de sus supuestos servidores. El principal, Primitivo, especie de mayordomo a quien, en la sombra, todos obedecen; su hija, la bella Sabel, vive amancebada con el marqués, y de tal relación ha nacido un niño, Perucho. Julián pretende cambiar este estado de cosas y, para ello, consigue que el marqués lo acompañe a Santiago en busca de esposa legímita. La hallará entre sus primas: pero no será Rita, la que en verdad le gusta, de carácter fuerte y muy atractiva para los hombres, sino que elegirá, influenciado por Julián en buena parte, a Nucha, la menor de las hermanas, mujer dulce, de buenos sentimientos, no tan agraciada, y de una cierta debilidad enfermiza. Cuando, ya en Los Pazos, Nucha dé a luz a una niña, ambas caerán en desgracia ante el marqués, quien, naturalmente, deseaba una varón. Nucha, enferma tras el difícil parto, acabará por descubrir la relación de su esposo con Sabel, y que el marqués es el padre de Perucho. La situación se va haciendo poco a poco insostenible, sobre todo después de que el marqués pierda, por causa de una traición de Primitivo, las elecciones en las que era candidato por el sector conservador de la comarca. Nucha, temiendo por su hija, que estorba los planes de Primitivo, decide huir ayudada por Julián, pero el marqués, alertado por el malhadado mayordomo, lo impide: acusa a su mujer de adulterio y echa de su casa al capellán. Este desenlace coincide con la muerte de Primitivo, asesinado por su traición en las elecciones.
El epílogo cuenta la vuelta a Los Pazos de Julián, diez años después. Al visitar la tumba de Nucha, muerta seis meses después de marcharse él, se encuentra con los dos niños: es Perucho quien ahora viste elegantemente y la hija de Nucha, con el atuendo de una campesina pobre.
El tema central de la obra es la oposición entre naturaleza y civilización, de modo que son las fuerzas naturales las que triunfan; este tema se construye con otros secundarios: política y costumbres ancestrales, religión y brujería; la caza y la pasión frente a los sentimientos, fundamentalmente, el amor materno. Y, a su vez, estos temas secundarios se sirven de motivos que desempeñan una función importante en la estructura de la obra: envilecimiento, brutalidad del medio rural; nobleza decadente, representada por el marqués y, en menor medida, por su familia de Santiago; el caciquismo como signo de la corrupción política imperante; la ley de la fuerza y de la astucia, representada por Primitivo; la Iglesia oficial, acomodada al poder, a la que se opone un sentimiento religioso de carácter idealista, encarnado por Julián. A la religión se opone, por el lado de las fuerzas ancestrales, la brujería de la Sabia y sus comadres, cuyos vaticinios se cumplirán todos. Y, por último, dos motivos desencadenantes de la acción: Julián aconseja al marqués que tome esposa legítima entre sus primas para acabar con el estado de ‘salvajismo’ imperante en la vida de Los Pazos y Julián le aconseja, además, que elija a Nucha frente a Rita. Esto último propiciará el desenlace: Nucha es un ser sensible, pero débil, y no podrá adaptarse a la vida de Los Pazos, lo que provocará el triunfo de las fuerzas de la naturaleza.
La estructura externa viene dada por treinta capítulos, cada uno de los cuales guarda una cierta unidad en sí mismo. Y la estructura interna es como sigue: 1. Planteamiento de la acción: (I-VII) : la descripción de Los Pazos, su entorno, sus habitantes, la relación existente entre ellos, y la genealogía del marqués. 2. Nudo: a) (VIII-XVII): se desencadena el drama a través de los consejos sucesivos que da Julián al marqués; se trata de un movimiento ascendente que tiene su clímax en el capítulo XVII, con el nacimiento de la hija de Nucha; b) (XVII-XXII): comienza un movimiento descendente en el que la naturaleza vuelve a ganar el terreno perdido, en paralelo a la enfermedad de Nucha; Julián descubre también, en el capítulo XIX, que el marqués y Sabel han vuelto a reanudar sus relaciones. 3. Desenlace: (XXIII-XXIX): los dos capítulos finales de esta parte, tras el paréntesis electoral, narran una gran acumulación de hechos que concluyen con Primitivo asesinado, Julián expulsado de los Pazos y Nucha, totalmente vencida –morirá seis meses después-. 4. Epílogo: (XXX): la novela se inicia con la visión de Julián a su llegada a Los Pazos; pues bien, se cierra con la visión de Julián diez años después, de regreso a la parroquia de Ulloa. Comprende que ha sido vencido por la naturaleza que él intentó dominar: Perucho viste elegantemente; la niña, como una campesina pobre. A la vez, este final plantea una nueva situación que servirá de punto de partida a la novela siguiente: La madre naturaleza (1887).
Los personajes están diseñados según parejas que oponen el mundo rural y el urbano, o el natural y el ‘civilizado’ si se quiere: don Manuel- Primitivo; Nucha-Sabel; Nené(la niña)-Perucho. Y don Pedro, el marqués, en medio: unas veces, inclinado hacia un lado, otras, hacia el contrario. Tiene dos suegros, dos mujeres y dos hijos, pertenecientes a mundos contrapuestos: hubiera sido interesante conocer las tensiones internas del personaje, pero, en todo caso, el marqués representa la decadencia de la nobleza rural. Entre los personajes femeninos también se pueden establecer correlaciones interesantes: Nucha-Sabel es la correlación fuerza/sensualidad frente a debilidad/sentimientos; curiosamente, Rita, su hermana, es un personaje equivalente a Sabel por fuerza y sensualidad, pero si el marqués la hubiera elegido, no habríamos tenido novela. Por otro lado, es llamativo el personaje de la Sabia, que adelanta con sus predicciones el desenlace de la novela y que es expresión de los poderes ocultos de la ‘brujería’.
En cuanto al espacio, debemos decir que, en la novela, la naturaleza lo invade todo: desde el comienzo, con la llegada de Julián a Los Pazos –no encuentra el sendero- hasta el final, en el cementerio, donde las tumbas se ven devoradas por una exuberante vegetación. Es frecuente que las descripciones de esta naturaleza se hallen en relación con el desarrollo de los acontecimientos: el paisaje es bello y sereno cuando predomina la calma en la historia, pero si es la angustia la que se impone, por ejemplo en el caso de la enfermedad de Nucha, entonces es una naturaleza amenazante y tormentosa la que se describe. En cuanto al tiempo, se ve claramente un desarrollo lineal de los acontecimientos, aunque el ‘tempo’, es decir el ritmo con que se narran, sea diferente: el ‘tempo’ es lento, moroso, en los sucesos más importantes, como es el nacimiento de la ‘heredera’ –casi dos capítulos completos- o la decisión de huir de Nucha (peripecia que desencadena el desenlace); ahora bien, el ritmo narrativo se acelera una vez que la suerte está echada, cuando se ve que ya no hay salida; entonces la acción se desarrolla casi en cascada: (XXVII-XXIX). Para terminar, eso sí, con un paréntesis de diez años, narrado en el capítulo final, lo que amplía la perspectiva temporal y permite que se capte la conclusión con mayor objetividad.
Los Pazos de Ulloa está narrada en la tercera persona de un narrador omnisciente, modo habitual de la novela naturalista, según el cual el narrador lo sabe todo acerca de sus personajes. Así, son frecuentes las anticipaciones, es decir los pasajes en los que se adelanta lo que va a suceder. No obstante, cabe destacar la intromisión del autor en ocasiones para enjuiciar los hechos que se narran –en lo referente a la actividad política, por ejemplo,- o presentarlos a través de algún personaje, como ocurre con Julián, cuyas valoraciones adoptan la forma del monológo interior.
La novela se inscribe dentro de lo que se denomina literatura naturalista. La propia autora, en La cuestión palpitante, reclamaba que la literatura debe recoger la realidad en todos sus aspectos, incluso los más nimios o los más sórdidos. Y eso es lo que lleva a cabo en su novela: lo desagradable –la forma como se emborracha a Perucho-, lo tierno –la descripción de la niña de Nucha- lo humorístico-algunos rasgos caracterizadores del ama de cría, un tanto tosca...-, todo está recogido en las páginas de la novela, a la vez que exhaustivas descripciones de objetos y costumbres. En este sentido, la obra es proyección de las teorías y técnicas naturalistas: cómo influye en el individuo el medio ambiente, su fisiología, las cargas de la herencia genética... Los Pazos de Ulloa ponen al descubierto la ‘fisiología’ de una sociedad cerrada, que vive según pautas ‘naturales’, a través de un testigo, Julián, ajeno a la misma que, ingenuo y sin ideas preconcebidas, se adentra en la realidad de los Pazos. El sentido último de la obra consiste en mostrar que todo aquel que no se adapta a ese medio o bien lleva una existencia marginal –el señorito de Limioso-, o bien es aniquilado, como ocurre con Julián y con Nucha. La conclusión es verdaderamente tremenda, pero los presupuestos del naturalismo exigían que se contara la verdad de las cosas con absoluta objetividad. En última instancia, si en Los Pazos de Ulloa la que triunfa es la naturaleza, sabemos que, en la novela que la continúa, La madre naturaleza, la que triunfa es la ‘civilización’, pero también habrá tragedia... ¿Por qué? Porque en tanto no se integren naturaleza y civilización, tradiciones ancestrales y cultura, no se logrará el equilibrio.
El tema central de la obra es la oposición entre naturaleza y civilización, de modo que son las fuerzas naturales las que triunfan; este tema se construye con otros secundarios: política y costumbres ancestrales, religión y brujería; la caza y la pasión frente a los sentimientos, fundamentalmente, el amor materno. Y, a su vez, estos temas secundarios se sirven de motivos que desempeñan una función importante en la estructura de la obra: envilecimiento, brutalidad del medio rural; nobleza decadente, representada por el marqués y, en menor medida, por su familia de Santiago; el caciquismo como signo de la corrupción política imperante; la ley de la fuerza y de la astucia, representada por Primitivo; la Iglesia oficial, acomodada al poder, a la que se opone un sentimiento religioso de carácter idealista, encarnado por Julián. A la religión se opone, por el lado de las fuerzas ancestrales, la brujería de la Sabia y sus comadres, cuyos vaticinios se cumplirán todos. Y, por último, dos motivos desencadenantes de la acción: Julián aconseja al marqués que tome esposa legítima entre sus primas para acabar con el estado de ‘salvajismo’ imperante en la vida de Los Pazos y Julián le aconseja, además, que elija a Nucha frente a Rita. Esto último propiciará el desenlace: Nucha es un ser sensible, pero débil, y no podrá adaptarse a la vida de Los Pazos, lo que provocará el triunfo de las fuerzas de la naturaleza.
La estructura externa viene dada por treinta capítulos, cada uno de los cuales guarda una cierta unidad en sí mismo. Y la estructura interna es como sigue: 1. Planteamiento de la acción: (I-VII) : la descripción de Los Pazos, su entorno, sus habitantes, la relación existente entre ellos, y la genealogía del marqués. 2. Nudo: a) (VIII-XVII): se desencadena el drama a través de los consejos sucesivos que da Julián al marqués; se trata de un movimiento ascendente que tiene su clímax en el capítulo XVII, con el nacimiento de la hija de Nucha; b) (XVII-XXII): comienza un movimiento descendente en el que la naturaleza vuelve a ganar el terreno perdido, en paralelo a la enfermedad de Nucha; Julián descubre también, en el capítulo XIX, que el marqués y Sabel han vuelto a reanudar sus relaciones. 3. Desenlace: (XXIII-XXIX): los dos capítulos finales de esta parte, tras el paréntesis electoral, narran una gran acumulación de hechos que concluyen con Primitivo asesinado, Julián expulsado de los Pazos y Nucha, totalmente vencida –morirá seis meses después-. 4. Epílogo: (XXX): la novela se inicia con la visión de Julián a su llegada a Los Pazos; pues bien, se cierra con la visión de Julián diez años después, de regreso a la parroquia de Ulloa. Comprende que ha sido vencido por la naturaleza que él intentó dominar: Perucho viste elegantemente; la niña, como una campesina pobre. A la vez, este final plantea una nueva situación que servirá de punto de partida a la novela siguiente: La madre naturaleza (1887).
Los personajes están diseñados según parejas que oponen el mundo rural y el urbano, o el natural y el ‘civilizado’ si se quiere: don Manuel- Primitivo; Nucha-Sabel; Nené(la niña)-Perucho. Y don Pedro, el marqués, en medio: unas veces, inclinado hacia un lado, otras, hacia el contrario. Tiene dos suegros, dos mujeres y dos hijos, pertenecientes a mundos contrapuestos: hubiera sido interesante conocer las tensiones internas del personaje, pero, en todo caso, el marqués representa la decadencia de la nobleza rural. Entre los personajes femeninos también se pueden establecer correlaciones interesantes: Nucha-Sabel es la correlación fuerza/sensualidad frente a debilidad/sentimientos; curiosamente, Rita, su hermana, es un personaje equivalente a Sabel por fuerza y sensualidad, pero si el marqués la hubiera elegido, no habríamos tenido novela. Por otro lado, es llamativo el personaje de la Sabia, que adelanta con sus predicciones el desenlace de la novela y que es expresión de los poderes ocultos de la ‘brujería’.
En cuanto al espacio, debemos decir que, en la novela, la naturaleza lo invade todo: desde el comienzo, con la llegada de Julián a Los Pazos –no encuentra el sendero- hasta el final, en el cementerio, donde las tumbas se ven devoradas por una exuberante vegetación. Es frecuente que las descripciones de esta naturaleza se hallen en relación con el desarrollo de los acontecimientos: el paisaje es bello y sereno cuando predomina la calma en la historia, pero si es la angustia la que se impone, por ejemplo en el caso de la enfermedad de Nucha, entonces es una naturaleza amenazante y tormentosa la que se describe. En cuanto al tiempo, se ve claramente un desarrollo lineal de los acontecimientos, aunque el ‘tempo’, es decir el ritmo con que se narran, sea diferente: el ‘tempo’ es lento, moroso, en los sucesos más importantes, como es el nacimiento de la ‘heredera’ –casi dos capítulos completos- o la decisión de huir de Nucha (peripecia que desencadena el desenlace); ahora bien, el ritmo narrativo se acelera una vez que la suerte está echada, cuando se ve que ya no hay salida; entonces la acción se desarrolla casi en cascada: (XXVII-XXIX). Para terminar, eso sí, con un paréntesis de diez años, narrado en el capítulo final, lo que amplía la perspectiva temporal y permite que se capte la conclusión con mayor objetividad.
Los Pazos de Ulloa está narrada en la tercera persona de un narrador omnisciente, modo habitual de la novela naturalista, según el cual el narrador lo sabe todo acerca de sus personajes. Así, son frecuentes las anticipaciones, es decir los pasajes en los que se adelanta lo que va a suceder. No obstante, cabe destacar la intromisión del autor en ocasiones para enjuiciar los hechos que se narran –en lo referente a la actividad política, por ejemplo,- o presentarlos a través de algún personaje, como ocurre con Julián, cuyas valoraciones adoptan la forma del monológo interior.
La novela se inscribe dentro de lo que se denomina literatura naturalista. La propia autora, en La cuestión palpitante, reclamaba que la literatura debe recoger la realidad en todos sus aspectos, incluso los más nimios o los más sórdidos. Y eso es lo que lleva a cabo en su novela: lo desagradable –la forma como se emborracha a Perucho-, lo tierno –la descripción de la niña de Nucha- lo humorístico-algunos rasgos caracterizadores del ama de cría, un tanto tosca...-, todo está recogido en las páginas de la novela, a la vez que exhaustivas descripciones de objetos y costumbres. En este sentido, la obra es proyección de las teorías y técnicas naturalistas: cómo influye en el individuo el medio ambiente, su fisiología, las cargas de la herencia genética... Los Pazos de Ulloa ponen al descubierto la ‘fisiología’ de una sociedad cerrada, que vive según pautas ‘naturales’, a través de un testigo, Julián, ajeno a la misma que, ingenuo y sin ideas preconcebidas, se adentra en la realidad de los Pazos. El sentido último de la obra consiste en mostrar que todo aquel que no se adapta a ese medio o bien lleva una existencia marginal –el señorito de Limioso-, o bien es aniquilado, como ocurre con Julián y con Nucha. La conclusión es verdaderamente tremenda, pero los presupuestos del naturalismo exigían que se contara la verdad de las cosas con absoluta objetividad. En última instancia, si en Los Pazos de Ulloa la que triunfa es la naturaleza, sabemos que, en la novela que la continúa, La madre naturaleza, la que triunfa es la ‘civilización’, pero también habrá tragedia... ¿Por qué? Porque en tanto no se integren naturaleza y civilización, tradiciones ancestrales y cultura, no se logrará el equilibrio.
jueves, 17 de enero de 2008
"Continuidad de los parques": JULIO CORTÁZAR
Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restañaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.
Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.
Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.
Cuestiones:
1) El contenido del cuento o bien es absolutamente inverosímil o bien es absurdo, ¿de qué depende?
2) ¿Cuál es el tema del relato, es decir, la intención del autor? ¿Sólo divertir al lector? ¿Decirle algo acerca de la 'realidad' y la 'ficción'?
3) Propón una estructura: ¿qué gráfico o esquema te permitiría explicar la relación entre 'el cuento' y 'la novela' que lee el protagonista?
4) Explica el título que ha puesto Cortázar a su narración.
5) Espacio, tiempo y personajes: coméntalos brevemente.
6)¿Se trata de una obra 'realista'? Justifica tu repuesta
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